Es evidente que la riqueza de un estado o país independiente ha de valorarse en función del número de habitantes que en él se encuentran. El PIB de la India es muy superior al de Noruega o Suecia pero difícilmente podemos pensar que el país asiático es más rico que cualquiera de los dos escandinavos. ¿Y desarrollo? ¿Es sinónimo de riqueza? ¿Es posible que un país desarrollado tenga una notable desigualdad en la distribución de la renta entre sus habitantes? ¿El bienestar de una sociedad solamente la podemos evaluar en términos de renta?
Precisamente para superar estas dudas se han desarrollado algunos indicadores que incorporan varios parámetros. El más conocido es el denominado INDICE DE DESARROLLO HUMANO, un indicador del desarrollo humano por país, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Se basa en un indicador social estadístico
compuesto por tres parámetros: vida larga (esperanza de vida al nacer), educación (tasa de alfabetización
de adultos, tasa bruta de escolarización en educación primaria, secundaria y universidad, y años de duración
de la educación obligatoria) y nivel digno de vida (renta per cápita medida en dólares). El valor máximo es
1 y el mínimo 0. Con carácter general podemos decir que un estado con desarrollo humano avanzado tiene un
valor de IDH superior a 0,9, mientras que en un estado con desarrollo humano retrasado, el IDH es inferior a 0,5.
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